Wednesday, November 16, 2005
Ella y El (Cuento 1° parte)
(no soy buen escritor, lo admito, esto me nacío de la inspiración de la noche, una que otra aventura, muchos personajes, sucesos, eventos que me identifican, se que no soy bueno en redactar este tipo de cosas pero hice el intento, es mi primera parte, si gustan en comentarios me pueden abuchear, maldecir, o lo que quieran pero fue algo en lo que di lo mejor de si).
Ella y El
Ella la ciudadana número 63.574.514 de la ciudad de Manizales que a la fecha de hoy tiene 18 años de edad, el aun identificado con la tarjeta de identidad número 881220 03103 de Bogotá que a la fecha de hoy tiene sus primeros sencillos 16 años de edad, ella puta de profesión, hobbie y oficio, el estudiante aplicado de décimo grado de bachillerato que gusta de las matemáticas y la geografía, ella que desde sus inocentes 13 años vende sus besos y sus pasiones, engañada, explotada y manejada por un X proxeneta, que muy seguramente le pregunto si quería dar su regazo por algunos billetes, el niño necio, recio y rebelde, al cual los estrato tres de sus padres, lo tienen en una bolita de cristal, entre la televisión, libros e Internet le cierran los ojos de la asquerosa realidad, ella traída de su natal Caldas del alma hace ya cinco años, el que al igual que ella comparte las noches, las estrellas, el frío, la niebla, monserrate de la misma Bogotá, obviamente mientras el ora en silencio para que la niña que le gusta de su colegio le ponga un poco mas de atención, luego de dibujarse en el pecho una cruz, se recuesta en su lecho de sueño, imaginando, soñando alguna típica e ilógica aventura mientras duerme con los ojos bien cerrados en posición fetal, en la mitad de su sencilla cama doble, ella se arregla el pelo , se sube la falda, se pone maquillaje que al igual que muchas niñas bien de su edad lo hacen para levantar, pero a ella no la compran solamente con cerveza sino con dinero, sexo y una que otra dosis de droga, algo que para las niñas de bien solo lo hacen para buscar marrano que les gaste la borrachera, uno que otro beso fugaz al gestor de tan digna tomata y dejarlo hay con ganas de ir mas allá, pero nuestra ella si tiene que ir más allá, aguantar testículos grandes o pequeños, realizar maromas acrobáticas irrealizables y entre gemidos, trata de hacer convencer al cliente, que le duele, que le gusta y que es un superhombre, mientras besa a su momentáneo verdugo realizando sus fantasías, las mismas que con sus esposas, novias o amigas de bien no podría hacer tan bien hechas, claro que este intercambio de besos, flujos, semen por algunos billetes, seguramente para el cliente unos sobrantes, para ella unos faltantes.
El con una estatura en crecimiento de 1.75 metros, con figura corpulenta, no delgado ni gordo, como dice la gente normal, de pelo castaño claro que por moda, rebeldía o yo que sé, tiene mechones azules, rojos y blancos dicho pelo fijaba con puntas al cielo con grandes cantidades de gel.
Ella alta, por hay de 1.70 metros, cuerpo esbelto, cabello negro indio que como raudales en cascada llegaba hasta la mitad de la espalda, pelo liso y maltratado pero bello.
El de unos hermosos ojos verdes, a los cuales el no gusta, mientras ella de ojos negros no solo como su conciencia perdida sino como su pasado, su presente y muy seguramente como su futuro, el de nariz un poco aguileña, tipo de perfil griego, ella de nariz pequeña pero bien fijada, el de rostro relativo que dejaba ver detrás de su escaso acne una piel blanca, ella de boca pequeña, de labios rojos carnosos muy provocativos que invitan a besar a primera vista, pómulos redondos pero añejos de tanto maquillaje nocturno, rostro angelical y demoníaco que invita a observar con sincera admiración por su belleza, de cuerpo menudo pero bien definido, cuerpo de reina con medidas 91-63-90, formula perfecta para una reina, a la cual nuestra ella no lo era, no era la bella doncella de los cuentos sino una mas de las miles de cenicientas sexuales de los miles de bailes reales en la whiskeria, que buscan a su príncipe de turno
Que sin importar que tengan reinos o no, vasallos o escudos heráldicos sino dinero constante y sonante, para hacer su fugaz intercambio pasión-billetes, en una habitación real o sea el segundo cuarto del tercer piso a la derecha de las escalera, de senos redondos firmes y muy bien formados que dejaban ver detrás de su copa número 34, para algunos clientes pequeños pero que por su forma invitaban a tocar, sentir, palpar, besar, de contextura delgada su abdomen dejaba ver uno que otro gordito que disimulaba muy bien con ropa muy ajustada que hacia pasar desapercibido aquel pequeño detalle para el futuro comprador de pasión, ya que muy seguramente el no repararía en su abdomen sino en su cintura de abeja, que dejaba ver su cuerpo de niña encerrado en la experiencia de una bella mujer, con un gran derrier, con una cola firme y bien trabajada no por el gimnasio, ni por las sentadillas ni mucho menos la bicicleta estáticas, sino por el aseo matutino muy a las 11 de la mañana cuando las niñas despertaban de tan magna faena, que entre escobas y traperos las bellas doncellas de la noche anterior se convertían en un ciclo repetitivo e infinito en las descoloridas, desarregladas cenicientas de siempre obviamente con mas dinero residuo del amor dado, restado al valor de la habitación, el licor bebido, la platica prestada a otra de ellas, y los infaltables cachos de marihuana, si la noche era buena uno que otro polvazo de cocaína comprado al jíbaro local.
De piernas largas bien torneadas que invita a cualquier cliente a tocar, al cliente ir más allá, tocar mas allá, subir más allá, buscando lo que hombres y mujeres nos hace diferentes, ella de piel canela, pero bella muy bella de cara de ángel, senos palpables, cuerpo de reina, piernas firmes, era la novia perfecta para mostrar ante los amigos, pero por su trabajo sus amantes fortuitos y ocasionales solo veían en ella a la mujer de llevar a la cama.
La orden de la whiskeria era que el miércoles de pantalón ajustado o falda alta pero provocativa pues era un día flojo, era una noche para hablar con uno que otro cliente desapercibido que entra en búsqueda de compañía femenina, a tomar unos tragos pues muchas veces no les alcanza para comprar aquello que ellas le pueden dar y el quiere desear “sexo”, hablar de la novela de la tarde, del cliente frecuente bien o mal dotado, de amores frustrados o de lo que pueden tratar aquellas mujeres de la vida “fácil”. Así eran los miércoles de enero a noviembre pues diciembre era un mes de trabajo constante, era el mes de las vacaciones de los universitarios, de la víspera del niño Dios entre alcohol y sexo, de promiscuos reprimidos todo el año, era un buen mes, realmente el trabajo fuerte era entre jueves a sábado, a veces los domingos cuando el lunes era festivo, el jueves era de bohemios, poetas, escritores, intelectuales, noctámbulos, soldados de permiso, ejecutivos era una noche de personas “inteligentes”, serias y hasta toscas que se desinhiben entre licor al son de un buen merengue, una excelente salsa, un vallenato rápido o uno bien sentimental, el cual cantaban en voz al cuello atragantando cada segundo de felicidad, los docentes, escritores, noctámbulos van en busca de ser escuchados, ser amados, algunos critican a sus alumnos, otros sus detractores literarios y otros sus frustrados amores que los tenían en vela e insomnio, pero aquí no se necesita conocer a Borges, ni Benedetti, ni Bécquer ni saber de poesía para llevar a una mujer a la cama, los bohemios e intelectuales a contar sobre lo interesante del socialismo las historias ficticias sobre el apoyo político que ellos dieron a alguna guerrilla de izquierda, pero están en un lugar meramente capitalismo donde se paga por un servicio de amor, hasta en China comunista o en la Cuba de Fidel se tiene que pagar por placer, o el soldado de permiso del batallón que intenta surtir entre las putas con su abolengo de militar que tanto gusta a las mujeres para obtener un precio más bajo pero ella no creen.
Ella y El
Ella la ciudadana número 63.574.514 de la ciudad de Manizales que a la fecha de hoy tiene 18 años de edad, el aun identificado con la tarjeta de identidad número 881220 03103 de Bogotá que a la fecha de hoy tiene sus primeros sencillos 16 años de edad, ella puta de profesión, hobbie y oficio, el estudiante aplicado de décimo grado de bachillerato que gusta de las matemáticas y la geografía, ella que desde sus inocentes 13 años vende sus besos y sus pasiones, engañada, explotada y manejada por un X proxeneta, que muy seguramente le pregunto si quería dar su regazo por algunos billetes, el niño necio, recio y rebelde, al cual los estrato tres de sus padres, lo tienen en una bolita de cristal, entre la televisión, libros e Internet le cierran los ojos de la asquerosa realidad, ella traída de su natal Caldas del alma hace ya cinco años, el que al igual que ella comparte las noches, las estrellas, el frío, la niebla, monserrate de la misma Bogotá, obviamente mientras el ora en silencio para que la niña que le gusta de su colegio le ponga un poco mas de atención, luego de dibujarse en el pecho una cruz, se recuesta en su lecho de sueño, imaginando, soñando alguna típica e ilógica aventura mientras duerme con los ojos bien cerrados en posición fetal, en la mitad de su sencilla cama doble, ella se arregla el pelo , se sube la falda, se pone maquillaje que al igual que muchas niñas bien de su edad lo hacen para levantar, pero a ella no la compran solamente con cerveza sino con dinero, sexo y una que otra dosis de droga, algo que para las niñas de bien solo lo hacen para buscar marrano que les gaste la borrachera, uno que otro beso fugaz al gestor de tan digna tomata y dejarlo hay con ganas de ir mas allá, pero nuestra ella si tiene que ir más allá, aguantar testículos grandes o pequeños, realizar maromas acrobáticas irrealizables y entre gemidos, trata de hacer convencer al cliente, que le duele, que le gusta y que es un superhombre, mientras besa a su momentáneo verdugo realizando sus fantasías, las mismas que con sus esposas, novias o amigas de bien no podría hacer tan bien hechas, claro que este intercambio de besos, flujos, semen por algunos billetes, seguramente para el cliente unos sobrantes, para ella unos faltantes.
El con una estatura en crecimiento de 1.75 metros, con figura corpulenta, no delgado ni gordo, como dice la gente normal, de pelo castaño claro que por moda, rebeldía o yo que sé, tiene mechones azules, rojos y blancos dicho pelo fijaba con puntas al cielo con grandes cantidades de gel.
Ella alta, por hay de 1.70 metros, cuerpo esbelto, cabello negro indio que como raudales en cascada llegaba hasta la mitad de la espalda, pelo liso y maltratado pero bello.
El de unos hermosos ojos verdes, a los cuales el no gusta, mientras ella de ojos negros no solo como su conciencia perdida sino como su pasado, su presente y muy seguramente como su futuro, el de nariz un poco aguileña, tipo de perfil griego, ella de nariz pequeña pero bien fijada, el de rostro relativo que dejaba ver detrás de su escaso acne una piel blanca, ella de boca pequeña, de labios rojos carnosos muy provocativos que invitan a besar a primera vista, pómulos redondos pero añejos de tanto maquillaje nocturno, rostro angelical y demoníaco que invita a observar con sincera admiración por su belleza, de cuerpo menudo pero bien definido, cuerpo de reina con medidas 91-63-90, formula perfecta para una reina, a la cual nuestra ella no lo era, no era la bella doncella de los cuentos sino una mas de las miles de cenicientas sexuales de los miles de bailes reales en la whiskeria, que buscan a su príncipe de turno
Que sin importar que tengan reinos o no, vasallos o escudos heráldicos sino dinero constante y sonante, para hacer su fugaz intercambio pasión-billetes, en una habitación real o sea el segundo cuarto del tercer piso a la derecha de las escalera, de senos redondos firmes y muy bien formados que dejaban ver detrás de su copa número 34, para algunos clientes pequeños pero que por su forma invitaban a tocar, sentir, palpar, besar, de contextura delgada su abdomen dejaba ver uno que otro gordito que disimulaba muy bien con ropa muy ajustada que hacia pasar desapercibido aquel pequeño detalle para el futuro comprador de pasión, ya que muy seguramente el no repararía en su abdomen sino en su cintura de abeja, que dejaba ver su cuerpo de niña encerrado en la experiencia de una bella mujer, con un gran derrier, con una cola firme y bien trabajada no por el gimnasio, ni por las sentadillas ni mucho menos la bicicleta estáticas, sino por el aseo matutino muy a las 11 de la mañana cuando las niñas despertaban de tan magna faena, que entre escobas y traperos las bellas doncellas de la noche anterior se convertían en un ciclo repetitivo e infinito en las descoloridas, desarregladas cenicientas de siempre obviamente con mas dinero residuo del amor dado, restado al valor de la habitación, el licor bebido, la platica prestada a otra de ellas, y los infaltables cachos de marihuana, si la noche era buena uno que otro polvazo de cocaína comprado al jíbaro local.
De piernas largas bien torneadas que invita a cualquier cliente a tocar, al cliente ir más allá, tocar mas allá, subir más allá, buscando lo que hombres y mujeres nos hace diferentes, ella de piel canela, pero bella muy bella de cara de ángel, senos palpables, cuerpo de reina, piernas firmes, era la novia perfecta para mostrar ante los amigos, pero por su trabajo sus amantes fortuitos y ocasionales solo veían en ella a la mujer de llevar a la cama.
La orden de la whiskeria era que el miércoles de pantalón ajustado o falda alta pero provocativa pues era un día flojo, era una noche para hablar con uno que otro cliente desapercibido que entra en búsqueda de compañía femenina, a tomar unos tragos pues muchas veces no les alcanza para comprar aquello que ellas le pueden dar y el quiere desear “sexo”, hablar de la novela de la tarde, del cliente frecuente bien o mal dotado, de amores frustrados o de lo que pueden tratar aquellas mujeres de la vida “fácil”. Así eran los miércoles de enero a noviembre pues diciembre era un mes de trabajo constante, era el mes de las vacaciones de los universitarios, de la víspera del niño Dios entre alcohol y sexo, de promiscuos reprimidos todo el año, era un buen mes, realmente el trabajo fuerte era entre jueves a sábado, a veces los domingos cuando el lunes era festivo, el jueves era de bohemios, poetas, escritores, intelectuales, noctámbulos, soldados de permiso, ejecutivos era una noche de personas “inteligentes”, serias y hasta toscas que se desinhiben entre licor al son de un buen merengue, una excelente salsa, un vallenato rápido o uno bien sentimental, el cual cantaban en voz al cuello atragantando cada segundo de felicidad, los docentes, escritores, noctámbulos van en busca de ser escuchados, ser amados, algunos critican a sus alumnos, otros sus detractores literarios y otros sus frustrados amores que los tenían en vela e insomnio, pero aquí no se necesita conocer a Borges, ni Benedetti, ni Bécquer ni saber de poesía para llevar a una mujer a la cama, los bohemios e intelectuales a contar sobre lo interesante del socialismo las historias ficticias sobre el apoyo político que ellos dieron a alguna guerrilla de izquierda, pero están en un lugar meramente capitalismo donde se paga por un servicio de amor, hasta en China comunista o en la Cuba de Fidel se tiene que pagar por placer, o el soldado de permiso del batallón que intenta surtir entre las putas con su abolengo de militar que tanto gusta a las mujeres para obtener un precio más bajo pero ella no creen.